Un hombre con nombre felino dirigirá los destinos de la multinacional más antigua del mundo
Desde mi ateísmo recalcitrante no he podido más que recibir, con alborozo no disimulado, la elección del nuevo Papa. Ver a los ultras echar espumarajos por la boca, al tiempo que denominan al nuevo pontífice como satánico, es ciertamente reconfortante. Esto es así, porque hay una ley no escrita, pero con un soporte racional impecable, que dice que lo deseable estará siempre en las antípodas del pensamiento de la caterva reaccionaria.
Os voy a poner un ejemplo práctico. Quien no ha oído hablar del ínclito Enrique de Vicente… Un hombre ilustrado, quizá demasiado. Sin embargo, de poco vale la acumulación de conocimiento cuando no se disponen de los resortes cerebrales necesarios para saber utilizarlo con tino. Un poco como le sucede al villano Elon Musk. El hecho constatable, es que el bueno de Enrique, actuando como una especie de moderno Nostradamus, es dado a pronosticar los más variados y desastrosos acontecimientos. Por suerte para el mundo y para la humanidad, sus hilarantes premoniciones nunca se cumplen ni remotamente.
Ejemplo finiquitado.
El nuevo papa ha elegido un nombre de felino. Creo que las dos características más asociadas con estos animales son la ferocidad y el sigilo. Después de haber escuchado al pontífice, y a riesgo de hacer un análisis a vuela pluma, me atrevería a calificar de osado el nombre adoptado. Creo sinceramente que Gatito XIV, se adapta mucho mejor a su verbo. De hecho, dado que los gatos son una de las mascotas más habituales en los hogares humanos, lo veo más adecuado como nombre. Conecta más con la víctima media de la empresa. Además, considero que identificarse con un león en pleno siglo XXI, establece una relación demasiado agresiva. Una relación más cercana a feroces asesinatos en la hoguera, que a la mano suave de un dios que te ama.
En cualquier caso, no es asunto de mi incumbencia lo que haga la multinacional más antigua del planeta, para aumentar y/o conservar su número de asociados. Cada uno se engaña como quiere, aunque da un poco de cosica que este timo sea legal y bien visto. La tolerancia con el engaño, cuando afecta a un elevado número de personas, pasa a denominarse “respeto”. Cosas del directo.
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