Religión: una de las mentiras más grandes jamás contadas

El judaísmo y sus spin offs, el culto solar por antonomasia

Akenatón, Amenhotep IV o Amenofis IV fue el X faráon de la XVIII dinastía que reinó en el antiguo Egipto entre los años 1353 y 1336 a.c., que pertenece al período conocido como Imperio Nuevo. Fue el padre de Tutankamón y el esposo de Nefertiti, la famosa mujer inmortalizada por el busto homónimo. Este mandatario realizó una reforma religiosa que terminó prohibiendo el culto a Amón y al resto de dioses del panteón del antiguo egipcio,  sustituyendo el politeísmo por el monoteísmo: el culto a Atón.

Atón, en egipcio, significa todo o completo, y era el único dios al que veneraba este faraón, el disco solar dador de vida. Akenatón construyó una nueva ciudad, Ajetatón (la actual Amarna), para ser la capital de su poderoso imperio. Tengamos en cuenta que en ese momento Egipto estaba en el culmen de su poder como potencia hegemónica, militar y económica. Así, pues, el cambio de capital de Tebas a Ajetatón, acabó de completar su panoplia de reformas. Estamos hablando del nacimiento de la primera religión monoteísta. En palabras del egiptólogo Cyril Aldred, que parafrasea al Corán cuando dice: existe un solo Dios, y el faraón es su profeta. 




Tras su muerte, Akenatón fue considerado un faraón hereje y sus sucesores intentaron borrar todo vestigio de su existencia y obra. Para que os hagáis una idea, lo mismo que le pasó a Pablo Casado. Es importante mencionar que todo lo que estoy relatando no son creencias ni opiniones, son hechos históricos constatados.

Ahora que ya sabemos quién era Akenatón, vayamos con algunos datos que considero relevantes. Por ejemplo,  el culto a Atón era un culto abstracto, no se representaba al dios con figuras antropomorfas o zoomorfas, que era lo habitual hasta aquel momento en la tradición egipcia. Este dios se supone que era una fuente de bondad infinita, el supremo hacedor, el disco solar.

Un imperio duradero y exitoso, como fue el del antiguo Egipto, nos dejó múltiples testimonios escritos, contables, y relatos de todo tipo. Si hacemos caso a los relatos bíblicos o a la Torá, en Egipto habitaba una nutrida cantidad de hebreos. Es más, según el Éxodo, los judíos permanecieron en Egipto durante 430 años. Tengamos en cuenta que la Torá dice que Abraham fue el fundador del judaísmo, que históricamente es una de las religiones vivas más antiguas, y cuyo origen coincide con la época dorada de la civilización faraónica. Sin embargo, prácticamente no hay ninguna referencia a este supuesto y numeroso pueblo hebreo en los variados textos egipcios de la época.

Vamos a pegar un salto de modo tal, que para el ojo despistado, esto parezca un discurso de Feijoo. O sea, algo con menos sentido que una perorata de Rajoy. Uy, perdonad que entramos en bucle. Al lío, el 6 de mayo de 1856, en Austria, nace un niño que con el tiempo será conocido como el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud. Este planteó en su obra “Moisés y la religión monoteísta”, la hipótesis de que Moisés no era judío, sino un egipcio de la realeza que transmitió “al pueblo hebreo” la doctrina del faraón Akenatón, considerado el primer gobernante monoteísta de la historia. No lo digo yo, lo dice Freud.

Les secrets de l'Exode, obra publicada en 2003 por un par de hermanos franceses, por suerte de origen judío, si no serían tachados inmediatamente de antisemitas. Rogger Sabbah y Messod Sabbah, son dos historiadores que estudiaron durante veinte años la historia del Éxodo, tanto a nivel de textos como realizando excavaciones en Egipto o analizando las pinturas murales del Valle de los Reyes. Entre dichas pinturas, sorprendentemente, encontraron escondidos entre los jeroglíficos, diversos símbolos de la lengua hebrea. La conclusión es clara: los judíos son de origen egipcio y Akenatón es el Abraham bíblico.

Siguiendo con las conclusiones de estos dos hermanos, al faraón Akenatón le sucedió su hijo Tutankamon, que reinstauró el politeísmo. El siguiente faraón, Ay(1327 -1323 a.c.), expulsó a los seguidores monoteístas de Ajenatón. Este grupo de lo que más tarde serían conocidos como judíos,  eran conocidos como yahuds (adoradores del faraón), y más adelante fundarían el reino de Yahuda (Judea).

Si todo esto no os parece suficiente, estos dos historiadores estudiando el Génesis descubrieron, que este reproduce punto por punto la cosmogonía egipcia. La biblia cuando describe la vida de Abraham, sigue el orden cronológico de la vida de Akenatón. Esto explica que no se hayan descubierto testimonios en los jeroglíficos egipcios de un pueblo que se supone que vivió 430 años en Egipto. Otro hecho inexplicable sin aceptar esta teoría, es como pudieron emigrar a Canaán, si esta era una provincia administrada por Egipto, a menos que contarán con el beneplácito del faraón.

El primer rey del Imperio Acadio fue Sargón I de Acad. Pues bien, al igual que posteriormente la vida de Jesucristo fue tomada de un sincretismo de la de Mitra y Osiris, el mito del origen de Moisés, rescatado de las aguas del Nilo por la hija del faraón y criada en la corte, es un calco exacto del origen del rey acadio.

En definitiva, a mí particularmente creer en algo cuando las pruebas dicen lo contrario, y solo las leyendas y las historias más o menos noveladas te dan un resquicio al que agarrarte, me parece de mentes poco evolucionadas, por decirlo suave. El judaísmo, el islamismo y el cristianismo son cultos solares transformados a mayor gloria de sus protagonistas. O sea, adoran al mismo dios que miles de culturas han adorado a lo largo de la historia: el sol. En el caso del cristianismo, las continuas referencias al altísimo, el que está en los cielos, la luz, creo que clarifica bastante la cuestión. La resurrección del sol se produce durante el solsticio de invierno. El sol se queda quieto durante tres días en el horizonte para luego volver a ascender. Mira tú, igual que Mitra, Jesucristo y tantos otros, todos mitos solares.


Más información: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/fue-moises-figura-historica_12351


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