Master of reality...Black Sabbath

Black Sabbath suma a su música el efecto del éxito y las drogas

Dicen que si te levantas de la cama de mal humor, es que lo hiciste con el pie izquierdo. Supongo, que si te levantas de la cama con un bigotito tipo Aznar/Hitler, es que lo hiciste con el pie derecho. Pues bien, yo ni una ni otra cosa. Y no, no voy a apelar al centro, porque no creo que exista, más allá de como figura de pretendido equilibrio ponderado.

Hoy me levanté de la cama con el pie bailando al ritmo de After forever, uno de mis temas fetiche de Master of reality, el tercer disco, y para mí, obra magna de la banda británica Black Sabbath.

El disco fue editado en 1971 después de haber saboreado las mieles del éxito con su segundo álbum, el también mítico Paranoid. El caso es que con esta banda, en lo que a sus primeros discos se refiere, siempre vamos a estar hablando de obras míticas y muy influyentes. Como acertadamente dijo Henry Rollins (Blag Flag, Rollins Band...): Solo debes creer en ti mismo y en los seis primeros discos de Black Sabbath.

El disco comienza con el inmenso y arrastrado riff de Sweet leaf, sobre el que a continuación Ozzy canta homenajeando a la marihuana. La marihuana es una droga blanda, en el siguiente disco subirán un peldaño más con Snow blind, donde homenajearán a la cocaína, una droga dura. No adelantemos acontecimientos. ¿Qué decir de una joya como Sweet Leaf? Quizás lo mejor sea quedarse callado y disfrutar de la música. Sea...


A continuación, After forever nos abre las puertas a un mundo en el que la letra de Geezer Butler, bajista de la formación, nos asegura que el único modo de alcanzar la vida eterna es la creencia en el dios cristiano. Esto da al traste definitivamente con la fama de satánica que tenían los Sabbath. Aunque, seamos sinceros, ¿A quién le importó que Ozzy cantará que "dios es la única forma de amar"? A nadie. Tenía más interés pensar que eran una banda demoníaca, y así han pasado a la historia de la música. Por algo el apodo de Ozzy es "Príncipe de las tinieblas", y no "Príncipe del zumo de pera" o "Príncipe del amor amoroso".

El siguiente movimiento en este viaje a través de la oscuridad del metal más pesado de la época, se inicia con la guitarra con reminiscencias medievales de Embryo. Esta introducción da paso a uno de los temas más míticos de la banda, Children of the grave. El riff de Iommi, ese célebre galope guitarrero, es uno de los más influyentes que jamás compusiera el guitarrista, y mirad que tiene varios incontestables. Que se lo pregunten a Steve Harris, bajista de Iron Maiden. Siempre he pensado que su característica forma de tocar el bajo (esas cabalgadas que hace con los dedos), está influida directamente por este tema.

Orchid es una maravillosa pieza instrumental donde Iommi se luce creando, con sus rapidísimos arpegios, una atmósfera evocadora y atemporal muy especial.

Lord of this world reflexiona sobre la atracción que el mal ejerce sobre los seres humanos, y las consecuencias de nuestros actos. Sobre un riff de guitarra saltarín a medio tiempo, Ozzy entona una de sus características melodías con ese particular tono de voz. Luce más dentro del disco que por separado.

Nuevamente la guitarra arpegiada de Iommi, pero está vez mucho más relajada, nos introduce en otro tema mítico de Black Sabbath, Solitude. La voz de Ozzy, con un aterciopelado y escalofriante tono, muy diferente al que nos tiene acostumbrados, canta sobre la pérdida, el abandono y la desesperación. Una canción introspectiva y escalofriante que cuenta con una flauta, interpretada por el propio Tony Iommi, que le proporciona unos matices únicos y especiales. Una obra de arte musical, sin duda.

Para finalizar esta joya discográfica de los años setenta, en octavo lugar, Into the void. Una canción que posee unos cambios de ritmo y unos riffs, que tanto pudieran ser el germen del sludge metal y el stoner-rock en la introducción, como del thrash metal, con la utilización de ese machacón palm mute en las estrofas.

En conclusión, como decía al principio, Black Sabbath tiene varios álbumes que pertenecen por derecho propio, a lo más granado de la historia del rock, y por ende de la música. Ahora, si lo que buscamos es pesadez y oscuridad, dentro de una encomiable variedad sonora dadas las características de la banda, este es el disco definitivo de Black Sabbath. Las composiciones más certeras y lúcidas de la banda, en el sentido anteriormente mencionado, están en este disco. 

No digo nada del trabajo a las cuatro cuerdas de Geezer Butler, ni de la batería de Bill Ward, porque no quiero extenderme. Ambos son dos de mis músicos favoritos con sus respectivos instrumentos, y aquí están en unos de sus mejores momentos. El heavy metal no es solo una voz hiperaguda gritando por aquí y por allá, sobre una base de guitarras y solos por doquier. Si de verdad quieres saber lo que es el heavy metal, tienes que escuchar este disco. El resto vino después, estos son los padres. ¡Salve!


Comentarios

  1. A mí, el tema que me alucina es Paranoid de su álbum de 1970. No se habían dado cuenta del melón que acababan de abrir. Saludos

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    1. Me gustan más los temas de este disco, pero Paranoid tiene mucho gancho si. La compusieron en minutos porque necesitaban otro tema para que el albúm no quedara corto, flipa!

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