Funcionarios, la guía definitiva

Un funcionario es un ser humano que siente y padece como los demás, en general


El funcionariado es el paraíso de las condiciones de trabajo, no porque las leyes que las regulan sean mejores o peores, sino porque en el trabajo público, estas condiciones se cumplen. Esto ya dice mucho y muy malo del mercado de trabajo de este país. ¿Para qué se realizan sesudas e interminables negociaciones entre patronal y sindicatos si después la mayoría de las condiciones pactadas no se cumplen? Esto es algo que daría para otro artículo tamaño biblia cristiana. No descartemos, al hilo de esto último, que el Moisés bíblico fuera el autor del primer estatuto de los trabajadores. El tío escribió los diez mandamientos en una piedra, pero luego tuvo miedo de que su hazaña, por novedosa, no fuera bien recibida. Entonces, ni corto ni perezoso, aseguró que la autoría era de otro, que él solo era el transcriptor. Así se quitó de posibles problemas futuros. Queda claro, ¿no? Moisés era español.
La valoración de un funcionario de carrera, o sea, del que tiene su puesto de trabajo asegurado durante toda su vida, pasa por diferentes fases que vamos a intentar dilucidar en este texto.

Antes de ser funcionario, primera fase

Durante esta primera fase la persona aspirante a funcionaria, que aún no lo es pero quiere serlo, estudia. Es probable que, además, acuda a una academia para optimizar su preparación e incrementar las opciones de alcanzar su objetivo. Estas academias no son ni gratuitas ni baratas, el aspirante hace un esfuerzo hercúleo para poder sufragar esos gastos, al tiempo que continúa respirando, que tampoco es gratis. 
En esta fase su entorno social inmediato, sobre todo sus amigos, mantienen que el candidato o candidata no es más que un pringado (o pringada) que está en casa estudiando como un friki, mientras ellos van de fiesta o disfrutan de la vida. Aburrido, viejales, friki, asalmonado, apesebrao, cebolleta o inútil, son algunos de los epítetos que suelen recibir los candidatos. La fuerza que tienen que ejercer para mantenerse en sus trece, y hacer frente a la inercia que los empuja a las drogas, al alcohol, al sexo… ¡Uy, lapsus!, al hedonismo, quería decir, es muy fuerte. El candidato tiene que abstraerse, fijar mentalmente su objetivo y aliviar manualmente sus posibles necesidades.

Segunda fase, funcionario de facto

La persona aspirante ha dejado de serlo. Ahora es alguien con un futuro halagüeño en lo laboral. Está obligado a trabajar para vivir, ergo parece una buena idea garantizarse donde hacerlo por el resto de sus días. No estará sometido a los vaivenes del mercado de trabajo. Le ha costado cinco años de vida monacal conseguir su plaza, pero ahora podrá disfrutar de una vida más desahogada. 
La percepción social respecto a la persona candidata, ahora funcionaria, ha cambiado. Chupóptero, sanguijuela, suertudo, enchufado o acusaciones de “vivir a la sopa boba”, son habituales en su entorno inmediato. La persona funcionaria procura recibirlas con resignación y una media sonrisa, pues son los mismos que antes le acusaban de lo contrario. También le proporciona fuerzas para contener su respuesta, el hecho de que aquellos que lo desprecian e insultan gravemente, son también parte de los que pagan su salario. Todo bien.

Conclusión final

Todo es relativo, desde la inteligencia de una persona hasta la teoría física que postuló Einstein a principios del siglo XX. La ignorancia es un bien abundante, que una parte de la población insiste en acumular con avaricia. El país está lleno de personas liberales que viven del erario público sin sonrojo, mientras claman contra él. Las condiciones laborales generales dependen en buena medida del sentido del voto. Si no tienes donde caerte muerto, pero votas a quienes te están explotando, por lo menos colócate unas flores en el cráneo para que no luzca tan vacío. Entre tanto, yo, que soy funcionario, no puedo dejar de remitir al DOG, BOE, o al boletín oficial que toque (donde salen las convocatorias para las oposiciones), a todos los bocazas que quieren expresarme su opinión no solicitada sobre mi estatus laboral. ¡Salud!

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