Las plantas emiten sonidos para comunicarse

 Cada vez hay más evidencias de que las plantas poseen su propio lenguaje de sonidos

La capacidad de las plantas para emitir sonidos, tanto para comunicarse con sus semejantes, con polinizadores o con posibles depredadores, es un campo de estudio en plena expansión. 

Hace tres años un equipo de la Universidad de Tel Aviv informó de que las plantas no eran esos seres silenciosos que se pensaba hasta el momento, sino que cuando se estresaban emitían sonidos similares a gritos. En su momento esto causó un gran revuelo entre la comunidad científica, ya que se hacían afirmaciones que aún no habían sido demostradas por pares.

Un reciente estudio de marzo de este mismo año, ha demostrado que el mundo vegetal emite sonidos ultrasónicos para comunicar estrés, y que estos son similares a los que producimos nosotros al chasquear los dedos. De hecho, son emitidos a un volumen similar al de la voz humana, pero en unas frecuencias tan altas que nuestro oído no es capaz de detectarlos, por lo que debemos recurrir a micrófonos especiales para poder escucharlos. Este instrumental, curiosamente, es el mismo que se utiliza para escuchar las llamadas de los murciélagos.

Hasta el momento era conocida la comunicación que las plantas establecían entre ellas o para atraer a los polinizadores mediante la emisión de determinados olores. La confirmación de este descubrimiento supone una nueva forma conocer de primera mano cuando las plantas necesitan agua o si están siendo atacadas por algún parásito, lo que redundará en una mejor productividad de las explotaciones agrícolas que implementen los sistemas capaces de detectar este lenguaje. 

Mamíferos como los ratones e insectos como las polillas también son capaces de escuchar estos sonidos, con lo cual estamos accediendo a un mundo absolutamente desconocido para los seres humanos. Tal vez en el futuro y ayudados por el instrumental adecuado, el campo dejará de ser ese remanso de paz que muchos de nosotros utilizamos como terapia antiestrés, para convertirse en un hervidero de conversaciones que ni en el metro de Londres en hora punta.


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